Hacer y dejar de hacer
Día 8
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cómo es la voluntad de Dios: buena, agradable y perfecta. Romanos 12:2
Debemos evaluarnos constantemente para ser renovados constantemente y en esa renovación no se trata solamente hacer lo correcto sino también de dejar de hacer lo incorrecto.
Observemos esta pequeña anécdota:
Una persona tomaba alcohol desenfrenadamente y eso le provocó una enfermedad. Esa persona deseaba experimentar sanidad y se propone visitar al médico, allí lo evalúan y se dan cuenta de lo que tiene y también lo que le provocó esa enfermedad. El médico le indica lo que tiene que hacer y lo que tiene que dejar de hacer. En lo que tiene que hacer, está unas medicinas que tiene que tomarse a cierta hora y en lo que tiene que dejar de hacer, está el dejar el alcohol.
Esta persona se toma su medicina al pie de la letra pero nunca deja el alcohol, por ende aunque se siente sano por breve momentos nunca puede disfrutar de una sanidad completa.
Con frecuencia, así somos nosotros: muchas veces no comprobamos y experimentamos más la voluntad de Dios y la verdadera sanidad, porque se interpone nuestra propia voluntad. Y aunque aumentamos las horas de oración, ayunamos más y estudiamos más la biblia y hacemos muchas otras cosas que son de agrado a Dios (y estas son las que debemos hacer), nos olvidamos de las que debemos dejar de hacer.
No sé cuáles son las cosas que tú tienes que dejar de hacer, pero te invito a que nos evaluemos y las consideremos dejar para que podamos disfrutar a más plenitud la voluntad de Dios.
Contigo,
Natanael