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Entrégale tu todo

Dìa 1

 

Un mendigo estaba sentado a un lado de la calle con el sombrero extendido pidiendo limosna.

Entonces se dio cuenta de que el Rey en persona venía con toda su corte. ¡Era su día de suerte! ¿Cómo podía el Rey negarse a darle algo?

Así que extendió su sombrero. ¡Pero el Rey, en lugar de darle algo, pidió algo! El mendigo estaba sorprendido y conmocionado. Pero queriendo ser un súbdito leal, miró dentro de su sombrero y sacó tres pequeños granos de arroz y se los dio al Rey que sonrió y siguió su camino.

Al final del día, el mendigo miró dentro de su sombrero para ver qué había allí después de su día completo de mendicidad. Para su asombro, allí, en el lugar donde habían estado los tres granos de arroz, ¡había tres pequeños gránulos de oro puro! En ese momento se dio cuenta de lo que había sucedido. Cuando le dio al Rey los tres granos de arroz, el Rey los había reemplazado misteriosamente con un regalo mayor. Al pensar en esto y en su propia renuencia inicial a dar, el mendigo pensó: “¡Oh, cómo me gustaría haberle dado todo!”.

En esta historia, tú y yo somos el mendigo, y Jesús es el Rey.

¿Con qué frecuencia dudamos en darle nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestro servicio, nuestro dinero, nuestra energía y nuestro esfuerzo? Tal vez pensamos que es porque eso nos hará perder algo. Pensamos que perderemos algo de valor temporal, cuando en realidad ganaremos algo de valor eterno. Pero como dice Hechos 20:35: “Hay más valor en dar que en recibir”.

Toma tiempo y considera ¿que te pide el Rey hoy? Al comenzar este ayuno ten confianza y paz, tal vez consideres estas dando o sacrificando mucho, pero recuerda el Rey tiene más para ti que lo que tú tienes para Él.

 

Contigo,

Kerlin

PS - Te invito adorar al Rey con esta alabanza.

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